
Sor Josefina Rubiera, una Hija de la Caridad de hoy

Aunque sea con retraso quiero rendir homenaje a una humilde Hija de la Caridad que partió a la casa del Padre el pasado día 3 de Diciembre, precisamente, en la festividad de San Francisco Javier. Sin duda que la providencia lo previó así para hacer más significativo su espíritu misionero, de entrega y de servicio.
Y el mejor homenaje que se puede hacer a las personas de bien es escuchar el testimonio de las personas que la conocieron de cerca durante muchos años.
Por eso, sin quitar ni añadir nada, copiado al pie de la letra, me complace transcribir el sencillo testimonio de admiración y de gratitud que le rindieron sus compañeras, del grupo de las AIC de la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias de Albacete, que ya ha sido publicado en su Boletín correspondiente.
Este es texto íntegro:
El día 3 de Diciembre día de San Francisco Javier patrón de las misiones y primer domingo de Adviento, a las 7:00 de la mañana falleció en la Residencia de los Almendros (Madrid) la Hija de la Caridad Sor Josefina Rubiera García, Asturiana de nacimiento, y que hace 30 años llego a Albacete con una maleta llena de ilusión, fe y amor para compartir. Trabajo entre otras cosas junto con los Padres Paules en el equipo de Misiones Populares, y 15 años prestó sus servicios en la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias.
Vino a formar parte del grupo AIC Nuestra Sra. de las Angustias de Albacete, como hija de la Caridad, donde se entregó por completo.
En grupo de voluntarias de AIC Ntra. Sra. de las Angustias damos gracias a Dios y lo bendecimos por la que fue nuestra Amiga, Compañera y Consejera; ella ha sido para nosotras un precioso regalo, durante todo el tiempo que convivió con nosotras.
Con su testimonio de entrega nos animó para que, luchando en la vida diaria, nuestro grupo fuera siempre una comunidad viva y comprometida.
Fue un ejemplo de solidaridad, humildad, sencillez y pobreza; como hija de la caridad responsable, estuvo siempre a nuestro lado para guiarnos y acompañarnos. Su ejemplo, fue para nosotros una invitación para que anunciemos en nuestra familia, en nuestro entorno, en nuestro trabajo, y en nuestro grupo de AIC, el evangelio, sin complejos.
No dejamos de dar gracias al Señor por hacer que Sor Josefina nos acompañara en nuestro camino espiritual, porque, con ello, hizo posible que el fuego del apostolado haya estado siempre vivo dentro de cada una de nosotras.
Gracias por su escucha, su silencio, su respeto y sus palabras de consejo, de ánimo y de consuelo.
Gracias porque sus preferencias fueron siempre los más pobres y desfavorecidos de este mundo injusto.
Los que la conocimos no la olvidaremos porque dejo en nosotros una huella profunda.
Gracias, Sor Josefina, descansa en paz.
Grupo de las AIC de Nuestra Señora de las Angustias (Albacete)
Después de este testimonio tan claro y tan sentido, solo me queda completar algunos rasgos característicos de su personalidad, aportados, en diálogo abierto, con el grupo de voluntarias del grupo de las AIC de la parroquia de las Angustias.
Todas destacan su espíritu misionero: vivía entrañablemente las misiones populares; de hecho, los primeros años de su larga estancia en Albacete fueron dedicados prioritariamente a las misiones populares. Colaboró tanto con el equipo de misiones de los Paúles de Madrid como con el de Zaragoza. Su buen hacer en las reuniones de grupo de las distintas misiones en las que participó viene avalado por las buenas relaciones que, de hecho, mantuvo con familias que conoció en dichas reuniones.
La otra gran actividad pastoral que tuvo en Albacete fue la de animadora y coordinadora de la catequesis de la parroquia de las Angustias, con Don José Sánchez. Durante su estancia en esta parroquia fue también responsable del coro parroquial.
Antes de ser destinada al colegio de la Inmaculada, estuvo, durante años, en la antigua casa cuna; y, desde aquí, colaboró con Don Francisco de Moya en la atención a los niños de la guardería cercana, que acogía a niños de padres sin recursos.
En el año 2003, al ser destinada al colegio de la Inmaculada, y constituirse el centro de acción social de Tejares, en colaboración con el P. Juan Bautista Iborra, asumió la responsabilidad del grupo de las AIC de dicho centro, donde ha trabajado con verdadero celo apostólico hasta el final de sus días.
El testimonio unánime de las personas componentes de dicho grupo certifica que Sor Josefina era una persona alegre, por encima de los problemas de cualquier tipo que pudiera tener. Era también una persona de empatía personal, que se prodigaba en detalles de cercanía y en palabras de aliento, cuando percibía que alguien lo estaba pasando mal o simplemente necesitaba unas palabras de ánimo: “te llamaba por teléfono, te animaba, te ofrecía su colaboración…”
Era también una mujer dotada de capacidades de organización y de creatividad. Enseguida creó una red de visitas a enfermos, de talleres de formación y de múltiples actividades de servicio a los pobres.
¿No son todos estos los rasgos de una auténtica Hija de la Caridad de hoy: activa, cercana, sensible, entregada en cuerpo y alma al servicio de los pobres de aquí y de ahora, más allá de las imperfecciones y limitaciones de la humana naturaleza?
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